Abro los brazos al sol y casi en una ofrenda india ancestral un tanto anacrónica, cierro los ojos intentando esconderme de los edificios que rodean mi balcón. Temeroso cruzo las barandas sin ver nada y justo antes de dejarme caer me atraso en mi cabeza a pensamientos ya casi desdibujados de cubítos de cartón sobre un tablero caoba; un resfrió invernal de narices rojas y tu ciudad surrealista en miniatura donde de papel fuimos, inmortales para volar a la par.
Ápice
Hace 3 años