sábado, 29 de mayo de 2010

Festival en la querencia

Al fondo, y por detrás de mí, repercute un legüero que inicia una chacarera a la que se le unen oscilantes cuerdas deshechas de una guitarra; casi quejándose como de algún mal, se junta el alarido del “doble AA” del abuelo, tocado por don Simeón.

En pleno baile la polvareda se levanta junto a los pañuelos changos que revolotean la cancha en hombradas de sospechados intereses para consumar. Las chinitillas y sus trenzas rematadas en moños brillan al sol, escondiéndose en los giros de la danza haciendo caso omiso al cortejo de su varón.

Todo es fiesta en el pago, todo es color en las caras redondas y felices de mi gente. Yo; disfrutando el espectáculo, retraído en un rincón, encumbro mi vaso ancho a mis labios y paladeo el syrah estimulando el último sentido yermo que me queda, siento que la tierra es montaña y el agua-sangre de las vides me completa.

domingo, 16 de mayo de 2010

Cajita de sol

Hoy a la siesta lace en una cajita de cartón chiquita un rayo pequeño de sol que se colaban por el ventiluz de la cocina e iba a parar a la alacena. Lo voy a guardar.
Lo voy a guardar y recién sacar algún día gris en donde necesite un poco de luz y color.


miércoles, 5 de mayo de 2010

Area Minima

Compartir un metro cuadrado es intentar desdibujar los márgenes invisibles del espacio personal de ambos para convertirlo en espacio íntimo, es intentar usar los mismos zapatos o pensar las mismas ideas; es decir mucho con pocas palabras para que el otro lo entienda todo. Compartir un metro cuadrado se siente tan grande como tener un continente bajo tus pies pero es una cosa más escueta que respirar.

Compartir un metro cuadrado se compara con experimentar unir dos seres en un solo cuerpo ocupando no más de seis baldosas para pesar menos dos pizcas de alma en el aire.

domingo, 2 de mayo de 2010

Al jardin

Sueño que soy chico de nuevo. Tiempo de juguetes de colores rojos; tractores verdes y dos playmóvil idos, dentro del bolsillo de mi pintorcito azul a cuadros.

Un jardín con toda la alegría de mis amigos que juegan a la pelota en el patio de atrás mientras otros saltan la reja, como pequeños indios al ataque, para entrar a la querella deportiva.

En la puerta del jardín creo que dice Patitas, pero intuyo que lo cofundo con Dulce de Leche por los dibujos de Bubble Gummers en las paredes celestes y la relación espacial de largo angosto que tiene el lugar.

Grita la seño y nos subimos a un trencito pirulín que nos lleva de viaje por las piezas. De la salita de tres a salita cuatro y luego a salita de cinco; pero pronto me desboco en berrinche de cancha, casi saliéndome del vagón, cuando veo que en un canasto está mi par zapatillitas del gallito, ordenadas, a la par de unas pampero de goma amarilla que valentina tenia para chapotear en la lluvia.

Sueño que soy un niño y siento que quiero ser niño por siempre. Ser simple. Razono que así el mundo es grande y las distancias enormes, pero poco me importa. Yo quiero ser chico, chico como un niño, chico como changuito.