jueves, 25 de febrero de 2010

Cada Domingo

Espero a cada domingo como si fuera el primero, deseo caminar cuadras y cuadras durante toda la tarde completa. Partiendo de esa casa con los árboles inmensos; cruzando ríos detrás del parque, cruzando mares atrás del túnel.

A mi lado vos, la conjugación ideal de dulzura e inocencia. Me pillas de la mano, y con solo el pretexto de la compañía las veredas pasan debajo de nosotros como un expreso. Buscando, para escondernos del frió seguro, alguna tienda enorme donde cada cliente es fugaz y perecedero, nadie es considerado nada y siendo nada somos muy felices. Pasamos inadvertidos de todo y de todos. Solo nosotros podemos percibir el contraste que ostentan nuestros mil colores en un lugar que parece tan crudo y gris como el ártico.

Pasajes a callejones andamos todo sin parar mientras noto, de un momento al otro, que las baldosas de granito parecen enormes y que mis piernas se alargan como zancos; cada pisada es muy profunda pero tan blanda y endeble como si fueran sobre algodones. ¡Si!, creo que a tu lado me siento gigante y el mundo parece quieto.

Pronto, en mi cabeza, las marchas profundas se transforman en una sociedad rítmica de números con pasos, de pasos con baldosas.

“¡Uno, dos y tres!, por cada trío de pasitos un traspié”, cantamos antes de largar una de las tantas risotadas de la última hora; y en un vertiginoso recuerdo vuelvo a saber que espero cada domingo como si fuera el primero; partiendo de la casa de los árboles inmensos para ser nada y siendo nada ser felices.







viernes, 12 de febrero de 2010

Trastorno Sensorial



Con los ojos llenos de sonidos siento mi boca colmada de perfumes; el tacto saturado de imágenes y el olfato tupido de texturas. Voy dando vuelta horizontal, pretendiendo desprenderme de esta maraña de sabanas que parecen no quererme mientras el ventilador oscila infinitamente sobre mí dando idea del calor de la noche. Intento fijar la mirada y a duras penas logro ver, casi soñando, que sus aspas parecen las alas de un cóndor, rígidas, virando eternamente en radiales térmicas.

Cada vuelta en la cama parece eterna, como si el lecho se extendiera en un salar andino. Doy fe que estoy solo cuando por fin siento, algo entre dormido todavía, el espacio vació que dejó tu nuca en mi almohada que me grita a sabiendas que te fuiste luego de trastornarme sutilmente los sentidos.



lunes, 1 de febrero de 2010

Sos aroma a campo.

Colorada como un grano de trigo,
pequeña y quieta su alma.
Fértil como flor de cebil.
Meto mis manos en la tierra
buscando sus raíces para sentir.