Espero a cada domingo como si fuera el primero, deseo caminar cuadras y cuadras durante toda la tarde completa. Partiendo de esa casa con los árboles inmensos; cruzando ríos detrás del parque, cruzando mares atrás del túnel.
A mi lado vos, la conjugación ideal de dulzura e inocencia. Me pillas de la mano, y con solo el pretexto de la compañía las veredas pasan debajo de nosotros como un expreso. Buscando, para escondernos del frió seguro, alguna tienda enorme donde cada cliente es fugaz y perecedero, nadie es considerado nada y siendo nada somos muy felices. Pasamos inadvertidos de todo y de todos. Solo nosotros podemos percibir el contraste que ostentan nuestros mil colores en un lugar que parece tan crudo y gris como el ártico.
Pasajes a callejones andamos todo sin parar mientras noto, de un momento al otro, que las baldosas de granito parecen enormes y que mis piernas se alargan como zancos; cada pisada es muy profunda pero tan blanda y endeble como si fueran sobre algodones. ¡Si!, creo que a tu lado me siento gigante y el mundo parece quieto.
Pronto, en mi cabeza, las marchas profundas se transforman en una sociedad rítmica de números con pasos, de pasos con baldosas.
“¡Uno, dos y tres!, por cada trío de pasitos un traspié”, cantamos antes de largar una de las tantas risotadas de la última hora; y en un vertiginoso recuerdo vuelvo a saber que espero cada domingo como si fuera el primero; partiendo de la casa de los árboles inmensos para ser nada y siendo nada ser felices.
Ápice
Hace 3 años
Una vez mas, porque nunca esta de mas: tus palabras calan hondo en las sensaciones. Y generan sensaciones lindas, muy lindas, imágenes de paz, de compañía... chango... hay todo el amor con el que uno podría ser feliz en esas palabras, en todas tus palabras.
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