domingo, 27 de septiembre de 2009

La buena moza


Y de nuevo vas en ese dele ir y venir peregrinando a través de la escalera. Subiendo peldaño a peldaño, bajando y subiendo, con ese pelo tan oscuro que es similar a la noche cerrada que nos abraza y tu nariz tan pequeña como un botón que dejas caer al quitarte el abrigo.

Cada movimiento esta dotado de una sutil gracia que causa estremecimiento incluso al más mundano de los comensales de este bodegón. Hasta el más simple caminar, pie derecho delante pie izquierdo, tiene un dejo de cautivador.

Por fin, en tus manos mi café y en el ambiente la curiosa sensación de que cuando el liquido se acabe estaré esperando que te acerques nuevamente a la mesa cinco para pedirte otra cosan nuevamente, intentando inocentemente la difícil tarea de lograr que la noche no se nos termine.

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