domingo, 27 de septiembre de 2009

La ruta en Chinatown.

El cielo saturado con todo su pavor estaba complemente listo para descargarse en minutos y yo viendo pasar diferentes Convoy’s en una ruta interminable mientras esperaba la llegada de la vecina noche.


Por fin llueve. Las gotas con asombrosa plomada parecían no sentir la brisa del viento de frente que nos dejaba una densa niebla tan palpable como la espuma de un café. Nos obliga a parar, y casi instantáneamente se genera en mí la poderosa duda por saber si hoy te veré y caminare a tu lado.


Tal es mi suerte en ese momento que solo dura un santiamén tal manifestación climática, todo pasa; y solo queda una mansa llovizna, una atmósfera típica de “Chinatown”, y estas ansias movilizantes de chapotear con vos en algún charco.





3 comentarios:

  1. La lluvia permite sentir esa inmensa soledad...ese espacio,que inquieta como si fuera a completarse, cuando justo entre mi puerta y el diluvio aparecés...

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  2. Muy profundas tus palabras Juane... como siempre

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  3. Que movie esa! Y que texto este!

    Y amigo, hoy fue domingo de poesía. Me alegro que guste.

    Besoso

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